Ireneo Filaleteo Capítulo 20 – VI

Reflexiones Menores de la Entrada Abierta al Palacio Cerrado del Rey

Capítulo 20

De la Llegada de la Negrura en la Obra del Sol y de la Luna

Acápite VI

Enunciado

  • Vigila pues la obra, pues verás a toda tu tierra seca y extraordinariamente negra.
  • Entonces se da la muerte del compuesto, los vientos cesarán y todas las cosas se abandonarán al reposo.
  • Este es el gran eclipse del Sol y de la Luna.
  • En que ninguno de los luminares resplandecerá sobre la tierra y el mar desaparecerá.
  • Entonces se hace nuestro caos a partir del cual, por mandato de Dios, nacerán todos los milagros del mundo, en el orden que le es propio.

Análisis

Vigila pues la obra, pues verás a toda tu tierra seca y extraordinariamente negra.

Desde el principio se debe aprehender en el vaso la oscuridad que lo aprisiona, que no es cuestión de colores sino más bien el proceso que sufre la materia en las distintas etapas del desarrollo de la obra.

Esta sequedad y negrura son indicios de que el compuesto muere, en ese instante los tormentosos vientos cesarán y todas las cosas se abandonarán, o sea el océano proceloso, agitado y tormentoso que rodea al operante, con sus relámpagos, miedos y desordenado oleaje desaparecerá durante ese lapso del nigredo, disolviéndolo en un silencio de muerte.

Sol y Luna desaparecerán y te envolverá la bruma grisácea del desencanto. Esa posibilidad se asemeja más a la muerte que al descanso, el laborante ve tornarse sus mayores anhelos en castillos de naipe que se vuelven polvo, experimenta una soledad descorazonadora y se siente sumergido en un abandono sin esperanza y resolución, está completamente estancado.

Esta es la experiencia de su primer nigredo.

Entonces se hace nuestro caos a partir del cual, por mandato de Dios, nacerán todos los milagros del mundo en el orden que le es propio a la Alquimia.

Se estima que fragmentar el estado endurecido de la tierra requiere de un tremendo esfuerzo y fineza, tarea que generalmente los buscadores no están dispuestos a cumplir.

Por consiguiente, es esta etapa, en la que se produce la fermentación, Sol y Luna se funden y se transforman en agua arsenical y leprosa, y mientras se descomponen y disuelven, se unen, así se liberan parcialmente de su pesantez inferior, exudando un agua fétida que al fermentar extrae la materia no trabajada (Sol – Luna), parte del estado endurecido para transformarse en agua fuego o azufre.

Sólo el aguerrido luchador se mantendrá siempre lúcido para estar fuera de los tormentosos vientos huracanados.

El azufre sol-luna permanecerá unido a la sustancia que ha sido disuelta y atraerá la energía del Alkahest proveniente de lo superior para disolver lo inferior como así mismo los continuos zarpazos cada vez más venenosos, a que nos induce esta necesaria situación, ya que todo lo que está oculto e inactivo debe hacerse visible.

Sol y Luna son naturalezas de una misma tierra, las cuales mediante la imantación del Alkahest invierten el proceso y de inertes se hacen vivas y ambas forman una sola e indisoluble unión.

La degradación y dureza que envuelve la capa externa de la tierra no puede ser borrada en un corto período de imantación superior, es necesario aprender internamente a sensibilizar a cada ínfima partícula que compone y da forma a la materia del cuerpo, y engañosamente inducirla a un permanente proceso de purgación, para que despierte y ceda voluntariamente a cambiar el giro inverso de su constante torbellino.

Por eso Ireneo Filaleteo sostiene que el mar desaparecerá durante este nigredo, el oceáno proceloso, agitado y tormentoso, que rodea al aspirante con sus relámpagos truenos y oleajes, desaparecerá durante el lapso del Nigredo, sumiéndolo en un silencio de muerte. Como así mismo los continuos zarpazos cada vez más venenosos que nos proporciona esta necesaria situación del Nigredo, que en el fondo es un pasadizo y puerta hacia una superación cada vez más definitiva.

Durante este primer Nigredo se acentúa la lucha interna del estudiante, para extraer en sí todas las sustancias que envaran en su propósito de abrirse camino hacia la divinidad.

Esta portentosa tarea se asemeja en gran medida a las funciones de metales que ejecutan las grandes usinas o fábricas del Universo, y así podemos decir, que el alquimista debe actuar durante todas las etapas alquímicas de dos maneras.

Pues en ambos casos el laborante y el metalúrgico a martillazos suelta el hierro candente salido de su fragua.